domingo, junio 28, 2020

La Escuela y la evaluación en tiempos de COVID-19

En las escuelas en los últimos años después de la Ley Nacional de Educación se puso de moda hablar y escribir sobre la evaluación.  Basta con bucear por las páginas de los diarios en los últimos años que ponían en cuestión a la Escuela y su Evaluación como método necesario para reconvertirla a los nuevos tiempos, según algunos.

Cuando el Ministerio de Educación de la Nación y también la DGCyE en la provincia de Bs As definieron que "no hay calificación del primer trimestre, pero sí hay evaluación" el debate en las escuelas sobre la evaluación, la calificación y su relación con el proceso de enseñanza aprendizaje volvió a estar en el centro de la escena escolar, también en las consultas de las familias y alumnos sobre cómo se entendía eso.

No cabe dudas de que la situación actual de Aislamiento Social Obligatorio, con la suspensión de las clases presenciales, nos ha puesto a los docentes ante el dilema ético de reconsiderar esa relación que planteamos entre nuestra propuesta de enseñanza-aprendizaje, la evaluación y el rol de la calificación.

La gramática escolar de la Secundaria establece, casi por defecto, que la calificación es la hora de la verdad en lo que respecta a evaluar el conocimiento, y que esta se focaliza en lo que ha logrado el estudiante, casi exclusivamente.   Esto sucedió porque en muchos casos los procesos de enseñanza-aprendizaje están articulados sobre el resultado de la calificación-evaluación más que sobre la riqueza y la profundidad del saber.  De este modo se corre el riesgo de la manipulación y el sometimiento del alumno.  La hora de la verdad no es la del aprendizaje sino la de la evaluación.
 
Cuando es el profesor quien lo decide todo respecto a este momento decisivo, todo el poder descansa en sus manos.  Así la evaluación ha sido un instrumento de control, de amenaza e, incluso, de venganza, respecto a algunos alumnos que se han permitido ejercitar el derecho a la crítica, a a discrepancia o la indisciplina.
 
La evaluación, de este modo, en la Escuela, paradógicamente, no suele ser educativa.  No repercute en la mejora del proceso.  La evaluación se cierra sobre sí misma, constituye un punto final.  Por ejemplo, cuando los profesores se niegan a explicar a sus alumnos (o se muestran reticentes a hacerlo, por pensar que se trata de una pérdida de tiempo) de dónde proceden las calificaciones que les han atribuido, están desaprovechando un buen elemento de aprendizaje.
 
Es importante el efecto retroalimentador que lleva en su interior el proceso evaluador y poder aprovechar esta riqueza potencial.
 
La evaluación, dice Stuffelbeam (1971), es el proceso de diseñar, obtener y proporcionar información útil para juzgar alternativas de decisión.  Cuando la información que recabamos de la evaluación no repercute en la toma de decisiones, esta pierde su esencia.
 
Sabemos que en el sistema educativo la Evaluación tiene un sentido descendente, no se produce un aevaluación en sentido ascendente, ni tampoco en sentido horizontal.  

Creemos que es momento de avanzar hacia un modelo de evaluación democrático que supone que los interesados manejan la evaluación, deciden sobre ella y ellos son los que dicen lo que piensan, los que analizan lo que hacen y proponen decisiones para mejorar.  No significa que no se reconozcan roles y funciones diversas en el sistema educativo, sino que supone la escucha, el diálogo, la comprensión del otro.
 
Sólo la evaluación democrática puede propiciar un cambio en profundidad en la Escuela.  Esta evaluación, solicitada o emprendida por la comunidad en cuestión, revierte sobre ella en informes rigurosos, claros y significativos.
 
La evaluación debe ser, entonces, un proceso de diálogo, comprensión y mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje, es un momento más de ese proceso y la calificación debería ser consensuada como fruto de ese proceso.
 
Se hace imprescindible establecer criterios que permitan evaluar los mecanismos de evaluación que se utilizan en la Escuela.  Un proceso riguroso de metaevaluación no sólo permitirá valorar de manera rigurosa los resultados, sino que permitirá tomar decisiones eficaces para mejorar el planteamiento, la dinámica y los modelos de evaluación, en armonía con una propuesta de enseñanza-aprendizaje adecuada para los miembros de esa comunidad educativa, de esa Escuela.

Lic. Prof. Ernesto Gabriel Cela
ernestocela@gmail.com

2 comentarios:

Agustina Guardia dijo...

Hola Compañero, interesante el pensar en uno de los modos que tenemos de interactuar con nuestros alumnos, el momento de la evaluación, acuerdo contigo, es cerrada en sí misma, es un recorte del proceso y no llega a reflejar la riqueza y/o potencialidades reales de nuestros alumnos, no deja de ser una foto. Justamente en dos escuelas en las que me desempeño, una de la rama de primaria y otra técnica estamos leyendo, abrevando en Evaluación Formativa, donde se maneja el concepto de "evaluar para aprender", a quiénes?: docentes Y alumnos. Los elementos a considerar son variados. Para una mejor comprensión de lo dicho, recomiendo estas lecturas: "La evaluación de los estudiantes: una discusión abierta" de Francisco Javier Córdoba Gómez y "Un enfoque formativo de la evaluación", material mexicano.

Ernesto Gabriel Cela dijo...

Gracias Agustina
Comparto el enlace: https://rieoei.org/historico/deloslectores/1388Cordoba-Maq.pdf del artículo de Francisco Javier Córdoba Gómez.

http://www.seslp.gob.mx/consejostecnicosescolares/PRIMARIA/6-DOCUMENTOSDEAPOYO/LIBROSDEEVALUACION2013/1-ELENFOQUEFORMATIVODELAEVALUACION.pdf el texto "Un enfoque formativo de la evaluación, texto de méxico.