sábado, mayo 10, 2025

Una Iglesia que alaba y adora

Esta tarde encontré en el Facebook un hermoso testimonio del Papa Francisco que pregunta a uno de los fieles… 
“¿Cómo rezas a Dios? Le pides… le agradeces… pero ¿lo alabas por lo grandioso que es? ¿Lo adoras reconociendo que todo proviene del Señor y el es Dios?”

Y sinceramente me hizo pensar mucho en este aspecto de la fe que Dios me está pidiendo acrecentar, no sólo con momentos de alabanza y adoración, sino también cuando acompaño la oración del Santo Rosario en la Capilla de Itatí o en la parroquia de La Paz.  Es la actitud del corazón que debería alimentar y estar más inclinado a poner en práctica. 

Es orientar nuestra atención y nuestro corazón con esta intención en esos momentos, como las oportunidades que están en la liturgia de la misa, el mejor momento oportuno para hacerlo.

Francisco resalta que en la santa misa esos momentos están presentes y ayuda estar más compartirlos desde la catequesis y en la celebración con el Pueblo de Dios que alaba y adora a su Dios con esa intención. 

Porque un Dios que nos amo primero, en Jesucristo, quien es por nuestra salvación y para Gloria del Padre y en comunión perfecta con el Espíritu Santo, Cuerpo Entregado y Sangre Derramada, no sólo merece nuestra alabanza y adoración sino, cómo dice la liturgia… “realmente es Justo y necesario”

Y también me viene el recuerdo del Evangelio de Lucas 10, 38-42

“Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres.  Al fin, se paró y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile pues que me ayude.”  Le respondió el Señor: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola.  María ha elegido la mejor parte,  que no le será quitada”

Y entonces es momento para tener presente este aspecto de la fe que nuestros hermanos y hermanas que dedican su vida a la oración contemplativa (Monjes Cistercienses, Carmelitas, Clarisas y otros/as) hacen cada día, cada momento de su vida.

¡Gracias Señor por tu sabiduría y esa obra del Espíritu Santo en el Pueblo de Dios¡

¡Alabado y adorado seas Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!


Lic. Prof. Ernesto Gabriel Cela - ernestocela@gmail.com

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